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viernes, 20 de septiembre de 2019

Handycao

Esa línea invisible entre el Handycap al Handycao.

Por ejemplo juguemos con el Handycap de "casada" sería innumerable a cuántas mujeres han discriminado por ese motivo hasta dejarlas en el Handycao, en esa caótica palabra que no significa nada sólo un papel perdido en el inframundo burocrático. Los "burrocráticos" exigen mostrar lo que ganan sus parejas incluso para solicitar una puta tarjeta de transporte la cuál sólo pueden utilizar ellas mismas como si importara mucho usar el término casada para coger el metro...

Puedo jugar con muchos Handycaos en esta sociedad, infinitos handycaos invisibles para muchos que utilizan a la ligera para humillar a otros. recreándose en su ignorancia del malestar de esta sociedad, algunos incluso perteneciendo a esos handycaos invisibles en su pedantería torpe e iletrada.

Este sistema político está jugando con nosotros y por ahora somos los grandes perdedores...Un handycao totalmente caótico en nuestra sociedad.

Imaginemos un túnel donde nos lleva al infinito cada uno con su handycap y mientras viajamos vamos dejando atrás ese pesado handycap sintiendonos ligeros, sin equipaje, sin ataduras...Me siento ingrávida saboreando cada momento.


lunes, 16 de septiembre de 2019

Corazón en los huesos...

Una gélida noche de invierno, una mesa adornada con unos platos vacíos que representan la nada y unos corazones en los huesos deseosos de la Nada. A cada comensal su Nada le sabe diferente Hay quien la riega con su sabiduría, otro con sus demonios y hay quienes le sabe insípida...




Mi Nada tiene sabor, esa desazón a corazón en los huesos...y otras veces la saboreo sedienta  porque me sabe a deseo.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Rizos en mis dedos.

Recuerdos iluminan los rincones de su mente. Recuerdos nublados de acuarela, pintando su sonrisa. La imagen dispersa de su dulce mirada ámbar.





Afuera llueve, una lluvia permanente en su mente. Aprieta cerrando más sus ojos color miel y se dice: " Deseo seguir soñando.".


-Penélope , a levantarse.-grita su madre desde su cama.


Es su primer día de instituto, excitada ante la novedad, no sabe que ponerse y se decide por su desgastado pantalón tejano y una blusa de suave tono melocotón.
Apenas prueba bocado, coge su almuerzo que introduce en su mochila nueva y cierra la puerta de casa. 
Sale al mundo.

Llega tarde, va caminando despacio sin prisas, de hecho no quiere llegar, le intimida conocer a gente nueva, completos desconocidos para ella. La mayoría de compañeros de su antigua escuela no siguen sus estudios y su inseparable amiga Montse quiere ser auxiliar de enfermería. Ella no sabe lo que quiere, pero ahi está en primero de BUP.

Llega a clase, la mayoría de asientos están ya ocupados, solo quedan dos pupitres juntos, ambos vacíos. Se sienta e intenta no mirar a nadie, bajando la vista a sus manos. 

La puerta se abre de repente, Penélope levanta su mirada de sus manos, y ahí está él y su mirada ámbar. 
Se sienta junto a ella y le dice en voz baja:
-Hola, como te llamas?.
-Hola, me llamo Penélope. ¿ Y tú?- susurra
- Jose, soy Jose.

Jose, ese chico con su cabeza plena de esos rizos castaños descoloridos, repite curso por tercera vez.

Pasan las semanas y a Penélope le aburre escuchar a esos profesores, sus cansinas lecciones, solo le gusta la clase de música y los mensajitos obscenos que le escribe su compañero en el pupitre, sacándole una sonrisa y sonrojándola.


Continuará...







Torsoflipada...